Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Publicado 4 de noviembre de 2020

Proteger para vivir

Las familias han sido consideradas como objeto de las políticas sociales y por tanto receptoras de beneficios sociales. Sin embargo, también han jugado un rol clave en la protección de sus miembros y en la producción del bienestar.

 De acuerdo con Xavier Sala i Martín en su publicación Economía en Colores, la familia se conformó a partir de la necesidad de un cuidado prolongado de las crías homínidas, dado que, a diferencia de otras especies y por su nacimiento prematuro, eran incapaces de sobrevivir por sí mismas en un ambiente hostil.

Esta circunstancia evolutiva del parto se habría producido a partir del momento en el que varios grupos de primates empezaron a caminar usando solo dos patas, lo que hizo que se estrechara su pelvis y la criatura no se desarrollara lo suficiente dentro de la matriz de su madre. Esto, desde un punto de vista antropológico y evolutivo, evidencia que la familia surgió mucho antes de cualquier civilización, religión, ideología o poder político.

Miles de años después, nos encontramos con que la familia se ha convertido en el núcleo de la sociedad; según Neil Gilbert y Paul Terrell, profesores de política de bienestar social2, la familia es un instrumento clave de la socialización y transmisión de conocimiento y patrones de comportamiento de una generación a otra, además estas constituyen redes de asistencia que se traducen en una herramienta fundamental de bienestar social.

En algunas sociedades, las instituciones personifican un conjunto de obligaciones recíprocas de cuidado y protección el uno al otro. Específicamente, las familias juegan un importante rol en al menos cuatro aspectos críticos del bienestar social:

  1. Cuidado de las personas de la tercera edad y los familiares en situación de discapacidad
  2. Cuidado de los niños
  3. Provisión de apoyo económico3
  4. Provisión de ayuda en situaciones de emergencia como desastres naturales

 

Clave del bienestar y la protección

 De acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación, el debate sobre la familia como centro de las políticas de protección y promoción social se puede analizar desde dos perspectivas: la primera es considerar a la familia como fin y la segunda es considerarla como medio. ¿Es la familia realmente el medio para garantizar a la sociedad civil los derechos sociales fundamentales?

Una de las características que contribuye a diferenciar los modelos de estado de bienestar en occidente es el rol que se asigna a las familias como medio para la organización de los Sistemas de Seguridad Social y como factor que contribuye a definir los alcances de la protección social. De hecho, en los sistemas conservadores, la estructura familiar occidental tiene un rol central al asumir que la seguridad social se extiende a la familia a través de un padre generador de ingreso en el mercado laboral formal. No obstante, para el esquema social demócrata, la familia no es la unidad principal de intervención, dada su base de universalización los derechos sociales se centran directamente en la ciudadanía. En este sentido, el cuidado de las personas dependientes tiende a distribuirse en mayor medida con el Estado.

En América Latina, se ha tendido a seguir más el modelo conservador para el acceso a la seguridad social tradicional. Pero también, los enfoques basados en la focalización y en la asistencia social han visto en la familia un soporte para mejorar la efectividad de los programas en  términos de reducción de pobreza y acumulación de capital humano. Así mismo, los enfoques integrales de Protección Social se basan en intervenciones multidimensionales a los hogares y los sistemas de focalización tienen como unidad de referencia al hogar, porque, desde el punto de vista económico, se supone que la familia es una institución que distribuye efectivamente el acceso a bienes y servicios entre sus miembros y que cumple con los postulados asociados a la racionalidad económica.

Adicionalmente, los arreglos informales de protección y manejo del riego se apoyan intensivamente en los lazos familiares para reducir los impactos de eventos adversos. Algunas investigaciones han demostrado cómo los apoyos familiares son fundamentales en sociedades de países en vía de desarrollo al momento de enfrentar crisis y reemplazan en gran medida al Estado y a los mercados en la producción y distribución de bienes sociales. ¿Hasta dónde debería llegar esa dependencia de la protección social con la familia? ¿Es justo que la familia reemplace al Estado en la protección de sus integrantes?

Para Guillermo Sunkel, la familia se mantiene como un pilar clave en el régimen de bienestar ante las insuficiencias del Sistema de Protección Social.

En respuesta a situaciones adversas, las familias movilizan sus activos en busca de mejoras en el bienestar o bien para evitar caídas en este nivel, entre los cuales, la fuerza laboral, el activo más importante, cobra mayor valor para las familias más pobres.  Por ejemplo, ante una crisis de ingresos, que puede ocurrir porque el jefe de hogar perdió su trabajo o bien porque tuvo una caída en sus ingresos, la familia desarrollará estrategias de generación de ingresos incorporando nuevos miembros de la familia al mercado laboral, vendiendo bienes, usando ahorros, etc. También desarrollará estrategias de modificación de consumo que implican cambios en los patrones de alimentación o en el acceso a varios tipos de servicios.

La relevancia de la familia como unidad de intervención implica que cualquier política social dirigida a fortalecerla como núcleo de cohesión social y a mejorar sus condiciones de vida sea del mayor interés por parte del Estado, del Gobierno y de la sociedad.

  

Asignaciones familiares como instrumento de unidad social

La Asociación Internacional de Seguridad Social, AISS, define los programas de Asignaciones Familiares, AF, como las prestaciones en dinero o en servicios cuyo objeto es permitir la constitución o el desarrollo normal de las familias, sea aportando una contribución periódica y permanente para el mantenimiento de las personas a cargo del jefe de familia, sea brindando un apoyo especial en ciertas circunstancias de la vida de las familias y, principalmente, en el momento de su formación.

Una asignación familiar puede, además, tener como objetivo adicional el estímulo directo de la natalidad o la promoción de una política de salud, servir de instrumento en la lucha contra la pobreza y para la distribución de la riqueza, así como ayudar en la universalización de la educación.

Las asignaciones familiares se encuentran catalogadas dentro del conjunto de políticas familistas que surgieron en Europa Occidental en la consolidación de los estados de bienestar y según la cultura, las instituciones, la ideología política en el poder y los factores demográficos, se han utilizado para diversos fines que pueden parecer contradictorios.

En algunos países se usaron para fomentar la natalidad y mantener una estructura familiar basada en la pareja tradicional con sus respectivos roles, esto es particularmente cierto en los países que se basaron en la universalización. En otros países de tendencia más liberal se usaron para apoyar a determinados segmentos de la población con sus cargas familiares y con una aproximación basada en la compensación.

Sin embargo, y con independencia de la ideología o campo del conocimiento que las justifica, las asignaciones familiares son un poderoso instrumento de unidad social, ya que están diseñadas para impactar de manera directa el bienestar presente y futuro de los niños y jóvenes de cualquier sociedad, por lo que son un componente fundamental de cualquier esquema de protección social, tal como lo demuestra la ampliación de este tipo de intervención a nuevas poblaciones a partir de la redefinición de sus alcances y contextos en el caso de las transferencias condicionadas.

 

El caso colombiano

Las asignaciones familiares también se conocen como salario familiar y en Colombia y otros países de América Latina se institucionalizaron a través de la intervención estatal y del establecimiento de las Cajas de Compensación Familiar. Esta forma de organización ha permitido aplicar efectivamente el principio de solidaridad como un tipo de intervención de seguridad social.

De esta forma, las empresas, al tener un administrador del beneficio, no tenían que hacerse cargo de pagar directamente el subsidio a cada trabajador con hijos menores de edad, lo que podía afectar su competitividad, sesgar la contratación de cierto tipo de trabajadores o estimular la rotación laboral.

En Colombia, las asignaciones familiares se establecieron legalmente con el decreto Ley 118 de 1957  y se denominaron “Subsidio Familiar”. El arreglo institucional que se definió y en el que intervinieron activamente los empresarios, asignó a las Cajas de Compensación el rol de administrar dichas asignaciones, dado que el esquema de las entidades permitía distribuir entre un conjunto de empresas los costos de la asignación y redistribuirlo adecuadamente, de acuerdo con Fernando Falappa y Verónica Mossier en su publicación “Las Asignaciones Familiares en la Argentina: de sus primeras formas a la institucionalización (1917 – 1991)”.

Sin embargo, los criterios de adjudicación del subsidio se han modificado en varias oportunidades al igual que el campo de operación de las entidades, el cual se ha expandido considerablemente y ante esto surgen algunas preguntas que deberían ser analizadas en profundidad, entre ellas: ¿el Sistema de Compensación Familiar debería tener más autonomía para enfocar su campo de acción netamente a la población objetivo?

Recordemos que los sistemas de protección social son estabilizadores automáticos del ingreso. Es decir, protegen a los individuos de la vulnerabilidad que podría derivar de la materialización de un riesgo que afecte su ingreso como: la vejez, la pérdida de la salud, un accidente, el desempleo o las crisis económicas. Frente a esto, las Cajas de Compensación Familiar han desarrollado un stock de servicios que van más allá del pago de una cuota monetaria al recorrer todo el ciclo de vida del individuo desde que nace con su apoyo a las madres gestantes y a los recién nacidos, pasa por el jardín infantil, el colegio, los centros de formación para el trabajo y las universidades. Apoyan al individuo en la consecución de empleo, lo protege cuando pierde su trabajo, le ayuda a conseguir su casa, le presta servicios de salud, le ofrece espacios y posibilidades de emplear su tiempo libre, le permite acceder a espacios culturales, facilita el uso de bibliotecas y lo cuida cuando se hace mayor.

Por esto, el Sistema de Compensación es fundamental para los trabajadores colombianos y sus familias, porque además de ser brindar bienestar, cumple con el objetivo de cerrar brechas sociales y aportar a la consolidación de la clase media, a través de un mecanismo que distribuye la riqueza específicamente entre la población formal con menores ingresos.

Este texto hace parte del estudio realizado por la Dirección de Proyectos Sociales y Económicos de Asocajas, sobre la evolución de las Asignaciones Familiares en Colombia y el marco institucional de la Protección Social en el cual se desarrollan. En este documento queda claro que, cualquier aproximación al entendimiento de este instrumento de reducción de la desigualdad debe prestar atención a la familia como unidad de intervención.

Otros Artículos

El espíritu del Caribe

Consentir el cuerpo a través de los sonidos y sus frecuencias

Por una mejor calidad de vida de nuestros niños, niñas y adolescentes

Otras Noticias

Las Cajas de Compensación y más de 50 años en el Sistema de Salud. ¿Cuál es su futuro?

“Colsubsidio tiene más de $600.000 millones para impulsar el fondo de vivienda VIS”

Tengo un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *