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Publicado 4 de noviembre de 2020

Más allá de las cuatro paredes

El concepto de vivienda está presente en la cotidianidad y tiene una estrecha relación con diferentes significados. Además de ser, por supuesto, un espacio físico, es el lugar en donde crecemos, descansamos, nos formamos como personas, adquirimos una identidad, compartimos con nuestras familias y soñamos. Es el lugar al que anhelamos llegar luego de un día difícil y en donde podemos sentir seguridad.

La casa es un espacio cargado de símbolos que se construyen no solo por aspectos individuales sino también sociales y culturales que integran a las personas como miembros de una comunidad. Según el autor Claude Lamure, desde un punto de vista estrictamente etológico, la tendencia a asegurarse un territorio es una de las cualidades animales más antiguas del mundo, en parte porque el territorio, según el investigador Gilberto Giménez, se define como “un espacio de inscripción de la memoria colectiva, como soporte material de la vida comunitaria y como referente simbólico de la identidad colectiva”.

Esta reflexión nos lleva a preguntarnos si modificar aspectos de los territorios tendría repercusiones en la forma como las personas perciben sus casas y su comunidad, esto es, por ejemplo, pavimentar una calle, instalar un CAI, construir un parque, canalizar un arroyo o por qué no hablar de mudanzas y reubicaciones.

Gobiernos, constructoras, inmobiliarias y Cajas de Compensación desarrollamos proyectos de vivienda de interés social, por eso nos resulta clave analizar que más allá de diseñar planos y buscar recursos para su ejecución, plantear estas construcciones implica tener en cuenta el sentir de las personas frente a su territorio, conocer por qué lo sienten como su hogar y qué cosas no son negociables al momento de construir viviendas nuevas.

Si bien, de acuerdo con la CEPAL, los proyectos de viviendas sociales buscan mejorar la calidad de vida de las familias de bajos ingresos a través de la estructura física y el acceso a los servicios de agua potable, electricidad y evacuación de aguas servidas; áreas verdes y juegos infantiles; educación y salud; vialidad y transporte; desconocer la realidad del territorio podría poner en riesgo el éxito de estos proyectos.

Para Olga Lucía Ceballos, profesora asociada del Departamento de Arquitectura de la Pontificia Universidad Javeriana, es importante contemplar en la fase de diseño de los proyectos de Vivienda de Interés Social (VIS) diferentes tipos de hogar desde el unipersonal hasta el conformado por hasta seis miembros, así como las diferentes características de estos: personas con movilidad reducida, jóvenes, adultos, personas mayores, para lograr una oferta diversificada.

Otro de los aspectos que se debería tener en cuenta es el diseño espacios para el desarrollo de emprendimientos económicos para los hogares, pues se puede propiciar desde el inicio relaciones colaborativas y solidarias entre los residentes.

Para la académica, uno de los principales errores que suele cometerse en el diseño de proyectos VIS, es el desconocimiento de los territorios en los cuales se desarrollan, entendidos estos desde su geografía social. De esto se derivan intervenciones fallidas que terminan generando desarraigo y situaciones de conflicto entre los residentes.

Nos cuenta que en la ciudad de Medellín se han realizado varios proyectos para reasentar hogares vulnerables. Sin embargo, al conversar con sus residentes en las zonas periféricas, lamentan haber quedado tan lejos de las zonas centrales donde habitaban, pues allí tenían ingresos económicos mediante actividades informales, lo cual es inviable en la periferia, con lo que la situación de pobreza ha aumentado para algunos hogares.

Conocimos el caso de una ciudadela, donde en torres de doce pisos, sin ascensores y aprovechando la pendiente del terreno para ingresar en la parte más baja por el piso 1 y en la más alta por el piso 7, se han desarrollado viviendas de 45m2 ignorando los diversos tamaños de hogar. Este diseño, no contempló a la población mayor y a la que tiene movilidad reducida. Se puede afirmar que el proyecto desde su localización, implantación y desarrollo del programa arquitectónico no tuvo en cuenta las condiciones de vida de los futuros hogares ni las condiciones mismas del lugar donde se construyó, en el sentido de buscar favorecer una mejor calidad de vida para sus residentes.

Por otra parte, Claudia Núñez, jefe de Vivienda de Comfacesar, asegura que si reconocemos los territorios en donde se van a desarrollar proyectos, podremos identificar aquellos elementos inherentes a la comunidad que indudablemente generarán mayor apropiación, puesto que se sentirán identificados y serán de buen recibo. Algunos elementos son tangibles y están relacionados con los materiales de construcción, otros están relacionados con el diseño de las soluciones de vivienda que, aunque también es tangible, su impacto trasciende la intangibilidad de las comunidades intervenidas.

“Tenemos una experiencia muy significativa en la construcción de soluciones de vivienda en el Corregimiento de Paraguachón en la Guajira, para población perteneciente a la Etnia WAYUÚ. Esta comunidad participó directamente en el diseño de sus viviendas para respetar sus costumbres y cosmovisión. Por ejemplo, el baño se construyó en la parte exterior de la vivienda y exigieron que en la terraza se dejara un herraje en donde pudiesen colgar sus chinchorros, un elemento que identifica a esta cultura.”

 

San Antonio lejos del mar

Conozcamos el caso de la Ciudadela San Antonio, para lo cual nos trasladamos a 2010, cuando por riesgo de un tsumani, violencia y déficit habitacional se pretendía reubicar a 3.400 familias del sector sur de la isla de Cascajal, en zona de bajamar (zonas de alto riesgo), en Buenaventura, a un espacio con mejores condiciones, la Ciudadela que sería construida en los próximos años.

La mayoría de los habitantes que se trasladarían eran pescadores y trabajadores del puerto, vivían en casas de altos pilotes y madera y habían adaptado sus costumbres a una vida al lado del mar. Aunque una parte de la comunidad no se sentía en zona de alto riesgo de un desastre natural, otros opinaban que vivir en baja mar era un peligro para ellos y sus hijos, porque no caminaban por tierra firme, sino por puentes de madera en mal estado.

A pesar de estas condiciones había algo que ellos valoraban aún más, la cercanía con su fuente de trabajo: el mar. En este territorio la mayoría de los hombres eran pescadores y las mujeres salían a pie al centro de la ciudad a vender el pescado y otros productos que llegaban en lancha a las puertas de sus casas.

Este macroproyecto de vivienda de interés social está ubicado al sur del Distrito de Buenaventura en la vía que comunica al aeropuerto, es decir, a varios kilómetros lejos del mar y del puerto. En febrero de 2013 se hizo entrega de las primeras 565 casas para albergar a las familias provenientes de la zona mencionada. Sin embargo, la lejanía de ésta con el lugar original de residencia alteró las dinámicas laborales de los habitantes, el acceso a la salud y a la educación. Además, las características de las viviendas no contemplaron el tamaño de las familias, en su gran mayoría extensas, generando problemas de hacinamientos.

“Nos mostraron unas maquetas, y nosotros decíamos ¿por qué?, si estamos haciendo un cambio de casa por casa, porque si mi casa allá, en Bajamar teníamos nueve metros de frente por veinte de fondo mínimamente, por qué nos van a entregar una casa de seis por doce, con dos cuartos en donde no cabemos” aseguró Diana, presidente de la Junta de Acción Comunal en San Antonio.

Algunos habitantes de bajamar, aseguran que no hubo consulta previa ni talleres que les permitiera mostrar cómo vivían. Sin embargo, otros manifiestan que se llevaron a cabo reuniones para escuchar qué tipo de viviendas querían y que incluso los llevaron a conocer la casa modelo en el proyecto.

Para los habitantes de San Antonio, el proceso de reubicación afectó el bienestar, la dinámica familiar y la rutina de las personas por la modificación de las actividades diarias. Además, incrementó el arraigo territorial que tenían con su anterior lugar de residencia. Para algunos casos como el de Efraín Ruiz, quien vive en la etapa 2 de la Ciudadela San Antonio, asegura que para él tener una vivienda propia es muy importante porque le da estabilidad, sobre todo en escenarios como el que vivimos actualmente, pues en medio de la pandemia, que ha cobrado la vida de millones de personas en el mundo, él se siente seguro.

Sin lugar a duda, este tipo de casos permiten evidenciar que hay otras dimensiones, además de la estructural, que dan sentido al significado de una vivienda, por lo que resulta fundamental conocer en profundidad la dinámica regional.

 

Dinámicas Regionales

Conociendo que cada región tiene necesidades particulares y teniendo en cuenta que las Cajas apoyan a materializar el sueño de tener vivienda propia, los directores de las entidades reflexionaron sobre cómo es una vivienda en sus departamentos y cuál es su aporte a la construcción del hogar:

Carlos Mauricio Vásquez, Director Administrativo de Compensar asegura que “Gracias a las Cajas de Compensación, los afiliados pueden recibir más, por el mismo precio, más espacio, mejores terminados, más posibilidades de tener tecnología u otras alianzas que hace la Caja con diferentes operadores del mercado…

Tenemos la facilidad, por el conocimiento de los afiliados, para hacer viviendas que se adecúen a las familias no solo en diferentes regiones del país sino según su conformación estructural, familias de dos personas, con animales domésticos, familias grandes”. Así mismo, afirma que las entidades construyen comunidad, por lo que los residentes no solo reciben una edificación sino normas y pautas de convivencia social; también reciben capacitación y apoyo en emprendimientos, empoderamiento y unidades productivas.

Frank Montero, Director Administrativo de Comfacesar, manifiesta que “Cuando se entrega una casa en el Cesar, no solamente se entrega una estructura con certificado de habitabilidad o una casa que cumpla con requisitos de sismo resistencia, se entrega una casa en condiciones dignas, que satisfaga las necesidades básicas de esas familias en cuanto a energía, acueducto y gas natural. Estas condiciones es lo que hace que se consolide una familia.”

Para los chocoanos, “La vivienda es un concepto amplio e integrador que articula elementos materiales e inmateriales, donde resaltamos el valor de nuestras costumbres ancestrales, nuestra conexión con la biodiversidad, pero, sobre todo, nuestro respeto por preservar la tradición de la unidad familiar y la cohesión social. El concepto de vivienda incluye elementos bioclimáticos, espacios amplios y vívidos que respetan los usos y costumbres de la región. A partir de esta concepción, desarrollamos la estrategia de intervención social, ofreciendo servicios sociales esenciales, fortaleciendo este concepto de vivienda más allá de la estructura física”, afirma Yolanda Rentería, Directora Administrativa de Comfachocó.

Fredy Garciaherreros, Director Administrativo de Comfaboy, asegura que “Una vivienda óptima en Boyacá es una vivienda sostenible, que sea adaptable y respetuosa con el medio ambiente, que permita convivir de acuerdo con las tradiciones y en condiciones dignas. Apoyamos a las familias a que se enruten en el subsidio de vivienda, para que puedan construir su proyecto de vida con este beneficio, permitiendo que se adecúe a sus condiciones socioeconómicas para que a través de un proceso sostenible puedan lograr el bienestar económico, social y familiar”.

Luis Eduardo Medina, Director Administrativo de Comfaguajira, considera que “una vivienda para el departamento de la Guajira, debe tener espacios amplios, una iluminación adecuada, debe ser bien ventilada, bioclimática, con todos los servicios públicos necesarios y libre de cualquier riesgo”.

Ernesto Herrera Diaz, Director Administrativo de Combarranquilla, nos cuneta que en el Atlántico las viviendas deben ser ventiladas teniendo en cuenta el clima tropical.

“Las Cajas de Compensación Familiar, más que construir una estructura, construimos hogares que se fundamentan en la convivencia y la felicidad de tener un espacio propio. Además, se complementa con una urbanización que tenga espacios verdes, parques, zonas de recreación, que permitan que la comunidad construya una sana convivencia.”

Jacobo Tovar, Director Administrativo de Comfandi, nos cuenta que una vivienda es sinónimo de armonía, calidad de vida y movilidad social, cuando materializa un sueño y asegura planes futuros para una familia que la quiere. “En Comfandi no solo estamos diseñando proyectos con calidad arquitectónica y técnica, armónicos y respetuosos con el medio ambiente, sino que creamos una responsabilidad y compromiso social entre empresa, colaboradores y sus familias, transformando territorios y construyendo comunidad.”

Juan Eduardo Zuluaga, Director Administrativo de Confa, manifiesta que en la Caja trabajan en la construcción de tejido social. “Lo que buscamos es apoyar el desarrollo económico y uno de los pasos más importantes dentro de la construcción de estabilidad emocional y financiera de una familia es la adquisición a una casa. Por eso, aparte de los subsidios, asesoramos a las familias en todo el proceso de compra de vivienda que para ellos es fundamental, porque es la adquisición de su patrimonio más importante y la concesión de su proyecto de vida”.

Felice Grimoldi, Director Administrativo de Comfenalco Valle, destaca que el sector de la construcción y la infraestructura es una locomotora de desarrollo del país, pues a través de él se dinamizan los programas de vivienda de interés social prioritario. Puntualmente en la Caja, asegura: “Acompañamos a las familias trabajadoras para tener su vivienda propia, promoviendo proyectos de la mano de reconocidos constructores de la región. Buscamos garantizar condiciones de seguridad, confortabilidad y tranquilidad… más allá de una estructura de vivienda, trabajamos convencidos en que es la familia el centro del amor, lo cual representa el mejor escenario de bienestar y desarrollo”.

Nelson Quintero, Director Administrativo de Comfatolima, asegura que la vivienda óptima debe estar construida sobre un terreno que no tenga ningún riesgo de derrumbe o inundación, debe tener servicios públicos adecuados y algo importante que es la movilidad, es decir, servicio de transporte público. “Las Cajas no solo construyen la parte estructural de las casas, las Cajas estamos construyendo hogares a través de capacitaciones, formación educativa, recreación para que los trabajadores tengan cómo distraerse y descansar del estrés laboral, todo esto hace parte de la formación de la integridad de la familia”.

Jorge Bernal, Director Administrativo de Comfacor, “Una vivienda óptima es aquella que permite la permanencia del hogar, aquella en la que los integrantes de la familia se sienten conformes, satisfechos y felices de habitar en ella. La que ofrece ambientes familiares y ecológicos agradables y un entorno que permita vivir en comunidad. En Comfacor le apuntamos a que las familias cordobesas puedan tener un hogar digno y las acompañamos para hacer realidad sus sueños de tener vivienda propia.”

César Guevara, Director Administrativo de Cajasan, “Una vivienda óptima es aquella que le garantice el disfrute pleno a los trabajadores y sus familias. Aquella que el trabajador pueda pagar, valorar día a día y sobre la cual está orgulloso; que en lo posible pueda estar cerca del lugar de trabajo o el entorno estudiantil, que tenga un entorno saludable, seguro, digno de desarrollo, que le valorice su vivienda día a día y le permita generar experiencias de bienestar y felicidad en su interior.”

Carlos Andrés Sarria,  Director  Administrativo de Comfamiliar Camacol, asegura que “el hogar es más allá de un espacio físico que está conformado por una o un grupo de personas, es un sitio acogedor, cómodo, seguro. Las Cajas de Compensación hacemos acompañamiento desde la creación de ese hogar, mediante programas de servicios sociales y programas que ayudan al mejoramiento de cada una de las personas que lo conforman. Al fin y al cabo, el hogar es un sitio lleno de experiencias, de amor y crecimiento”

Maurier Valencia Hernández, Director Administrativo de Comfamiliar Risaralda, afirma que los programas de vivienda que desarrollan desde la Caja “están orientados a respaldar los hogares de los trabajadores beneficiarios en todo el ciclo vital, desde la madre gestante hasta el adulto mayor, procurando que la sociedad se vea impactada con unas mejores condiciones de estabilidad, bienestar, promoción y desarrollo, siempre en el entorno de la familia”.

Hoy, como consecuencia de la pandemia, la vivienda ha tomado aún más relevancia en la sociedad, por esto, más allá de una estructura física, lo que ocurre dentro de los hogares es fundamental para garantizar la estabilidad de las personas, y las Cajas de Compensación Familiar, además de brindar acceso a vivienda, ofrecen bienes y servicios sociales que minimizan el impacto de la crisis.

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