“Las sociedades más exitosas son aquellas que se basan en la confianza mutua y la cooperación social” Christian Welzel, sociólogo alemán
¿Por qué cuándo pensamos en crear políticas de bienestar directamente lo relacionamos con mediciones e indicadores sobre el nivel de ingresos de las personas? Nuestro contexto exige ideas novedosas para buscar la igualdad e incrementar los niveles de confianza y satisfacción con la vida. Es urgente que quienes participamos en la creación de políticas públicas busquemos nuevas dimensiones para analizar cuáles son las verdaderas necesidades de los hogares colombianos y encontremos respuestas efectivas para impactar positivamente su bienestar.
Ronald Inglehart quien fue un politólogo estadounidense y fundador de la teoría de la modernización abordó esta idea cuando afirmó que “las sociedades que se modernizan se vuelven cada vez más orientadas hacia la satisfacción personal y la autorrealización, y menos hacia la subsistencia y la supervivencia”. Y este postulado cobra vital importancia porque Inglehart fue el creador de la Encuesta Mundial de Valores (EMV), una propuesta que, en los últimos 40 años, ha permitido recopilar datos de más de 110 países –entre ellos Colombia– para crear una nueva visión del desarrollo humano, en la cual se busca entender, más allá de los indicadores económicos tradicionales, cuáles son los valores que impulsan los cambios que permiten tener mejores niveles de bienestar, equidad y satisfacción de vida en una sociedad.
Inspirados en estos planteamientos abordamos desde nuestra revista Caja de Resonancia esta conversación; y así, hablar del desarrollo, no solo desde cifras y números, sino desde las transformaciones culturales, sociales y políticas. Nuestra intención es reflexionar cómo logramos abordar nuevas ideas y descubrir metodologías que permitan, desde una perspectiva novedosa, medir la satisfacción de vida de un colombiano. Queremos reflexionar la forma en que buscamos comprender sus necesidades, metas y anhelos, porque hoy su bienestar no está definido por un concepto económico, sino por sus experiencias y vivencias.
A través de nuestros contenidos queremos comprender cómo las personas perciben, más allá de sus ingresos, las desigualdades e inequidades; buscar puntos en común que nos permitan desarrollar mecanismos más eficientes para comprender qué significa el bienestar y la satisfacción de vida para los colombianos. Es un momento oportuno para que desde diversas orillas podemos tomar nota de propuestas para fortalecer las reformas sistémicas y estructurales que requiere el país.
Andrés Casas investigador principal para la EMV para el capítulo Colombia e invitado a esta edición de Caja de Resonancia nos explica que gran parte del problema que no permite cambios y transformaciones reales en Colombia es que seguimos cayendo en el círculo vicioso de hacer las mismas cosas esperando resultados distintos. Él lo denomina el Mind Freeze o congelamiento mental, lo cual impide comprender que los valores son una palanca poderosa para las transformaciones culturales y sociales. Su invitación es a pensar soluciones poco tradicionales y “remedios útiles” que respondan a las necesidades del contexto actual de las personas. Y advierte que, el remedio no es simplemente inyectar plata, “sino fortalecer las habilidades socioemocionales de las personas para que se vuelvan guardianas de su proyecto de vida, de su entorno, y que perciba que puede enfrentar los problemas con la ayuda (y no a pesar) del Estado”.
Ahora, ¿cómo lograr esos cambios culturales? James Robinson y Daron Acemoglu afirman que transformar la visión de desarrollo depende también de la construcción de un círculo virtuoso. Ellos entienden que la fórmula está en brindar herramientas que permitan consolidar procesos de aprendizaje social. De ahí la importancia de trabajar y fortalecer una mentalidad del progreso, en la que interioricemos que es posible lograrlo cuando se toman decisiones libres, en línea con la forma de vida deseada y que pueden variar a lo largo del tiempo.
La psicóloga e investigadora de la Universidad de Stanford, Carol Dweck, precisa que el cambio de mentalidad del progreso está en comprender que nuestros pensamientos y emociones no nos definen ni constituyen nuestra identidad, pues está mediada en gran parte por los valores que compartimos como sociedad. Y esto nos lleva a pensar en la transformación como país, qué implica superar la barrera que existe entre la intención y la acción, y reconocer los valores como la brújula que en el camino nos recuerda qué es realmente importante para los colombianos: la familia, el trabajo, la salud, la vivienda propia, la educación de sus hijos, entre otros.
Ese paso de la inactividad a la acción, en la que se cierra la brecha entre valores y comportamientos, es lo que buscamos las Cajas de Compensación Familiar. Debemos pensarnos como experimentos sociales en los que buscamos ofrecer soluciones a las personas a través de servicios que respondan a los proyectos de vida de nuestros afiliados.
Y precisamente son estas apreciaciones las que fundamenta nuestro propósito como Sistema de Subsidio Familiar: dotar de herramientas a quienes están en situación de vulnerabilidad para evitar que caigan en niveles de pobreza y logren consolidar una movilización social con mejores niveles de bienestar y calidad de vida.
Así lo evidenciamos en los relatos que recogimos de diversos afiliados, quienes a pesar de las dificultades que atraviesa el país, tienen un alto grado de satisfacción por sus vidas por haber cumplido con sus metas y aspiraciones. El común denominador en los consejos que dan a otras personas es la perseverancia, esfuerzo y trabajo. Reforzar los cambios cognitivos de nuestra sociedad es un elemento poderoso de transformación social, como lo dicen los teóricos de la modernización, lograr pasar de la intención a la acción es lo que permitirá tener cohesión social, confianza institucional y voluntad de ayudarnos unos a otros.