Por: Martha C. Nussbaum, Profesora distinguida de derecho y ética, Universidad de Chicago; Premio Kyoto a su trayectoria, 2016; Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012
El Enfoque de capacidades tiene mucho que ofrecer a Colombia como herramienta de diagnóstico y hoja de ruta hacia el progreso. Durante mi visita en 2016 lo discutí con el alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, mientras recorríamos un nuevo proyecto de vivienda fuera de la ciudad, diseñado para ofrecer a ciudadanos desfavorecidos derechos de propiedad, educación y acceso al empleo. Se trataba igualmente de un lugar de alegría y esperanza comunitaria, todo parte del énfasis que el Enfoque de capacidades centra en la afiliación y en el uso creativo del ocio. Se me pidió que hablara sobre el Enfoque de capacidades, pero dije y sentí que gran parte de lo que representa ya se estaba realizando. Y cuando, más tarde, compartí escenario con Sergio Fajardo discutiendo el proceso de reconciliación y las emociones del civismo, frente a una audiencia entusiasta de 350 personas que formularon preguntas maravillosas, también me sentí profundamente motivada por los avances que se estaban produciendo. Ahora, sin embargo, como me he ido enterando, la nación ha entrado en un período de duda e incertidumbre. Creo que el Enfoque de capacidades en su conjunto tiene mucho que ofrecer en este período, pero permítanme referirme más específicamente a las virtudes de la educación, que se pueden realizar en las escuelas y en las universidades, y también en debates públicos de muchos tipos que deberían ser organizados para reunir a la gente con el objetivo de debatir ideas sobre el futuro de la nación.
El razonamiento socrático siempre es valioso en las democracias, pero nunca lo es más que cuando la gente está ansiosa e insegura: porque bajo esas circunstancias tienden a polarizarse y a sustituir la retórica por la discusión.
Esta es la situación en mi propio país, por lo que a todos los que nos importa el debate civil y respetuoso estamos luchando por seguir adelante e impartir estas normas a nuestros estudiantes. También en Colombia no se debe permitir que la polarización corrompa el discurso político. Se pueden organizar jornadas de deliberación y debate público, como mi conversación con Fajardo y esa audiencia, que fue organizada por la Universidad y el Parque Explora.
La ciudadanía mundial, el civismo mundial también son unos valores fundamentales en todas estas discusiones. Temas como el cambio climático y la biodiversidad nos afectan a todos y deben abordarse de manera cooperativa, si se va a encontrar alguna solución. Además, comprender el funcionamiento de la economía mundial es esencial para una nación relativamente pobre que desea avanzar en términos de desarrollo económico, atención médica y otros valores.
Pero, es quizás mi tercera habilidad, la imaginación narrativa, la que se necesita con más urgencia: un cultivo de la imaginación de la humanidad que nos haga capaces de vernos los unos a los otros no como fichas de un cálculo basado en el crecimiento, sino como personas plenas, cada una con una inalienable dignidad y cada uno con un punto de vista distintivo sobre la realidad. La literatura y las artes enriquecen la imaginación y la mantienen flexible y móvil, y son partes esenciales de la conversación democrática, tanto en las escuelas como en la cultura en general.
Como dijo Ralph Ellison: nos aportan un cultivo de nuestros “ojos internos”.
Democracia en equilibrio
¿Hasta qué punto la educación para la libertad, tal como la he descrito, se ha convertido en una realidad en el mundo de hoy? La influencia de las ideas radicales de Dewey y Tagore ha alcanzado proporciones globales, y tal vez Dewey más que Tagore, porque, al contrario de Tagore, él era un emprendedor educativo y confiaba en que otros realizarían sus ideas – cosa que Tagore no hizo. En todas las escuelas primarias de los EE. UU., y en muchas otras naciones donde se reconoce la influencia de Dewey al igual que la de Paolo Freire (asociada a la de Dewey), se verán al menos algunas de las ideas de Dewey realizadas, ya que los niños pequeños aprenden haciendo, en lugar de memorizando, en un proceso de aprendizaje que utiliza el teatro y la literatura para investigar problemas históricos y globales difíciles. Las ONG alrededor del mundo utilizan estas ideas de manera muy creativa, sabiendo que su tarea no es llenar a sus alumnos de datos y hechos, sino producir mentes que busquen aprender por sí mismas. El hecho de que la educación de las ONG sea puramente voluntaria hace que recurran a técnicas que avivan la curiosidad.
Sin embargo, en las escuelas públicas y en la educación postsecundaria, la ciencia y la tecnología aplicadas son vistas, todavía y cada vez más, como las materias prestigiosas – ni siquiera ciencia básica, sino las habilidades aplicadas, fácilmente transformables en estrategias con fines de lucro. La ciencia y la tecnología aplicadas son importantes y las naciones seguramente aciertan al concentrarse en la prosperidad que prometen aportar. No obstante, sería desastroso si las otras partes de una educación liberal sufrieran un cortocircuito en el proceso, produciendo naciones de ingenieros brillantes con poca capacidad para la imaginación empática y el pensamiento crítico. Tal empobrecimiento de la mente alimentaría la concepción política de la torpeza y el odio en todo el mundo.
La educación socrática, que enfatiza el pensamiento crítico y el aprendizaje imaginativo, acarrea costos humanos más altos que la educación que permite que el aprendizaje de memoria se imponga en la historia y las humanidades. No se pueden enseñar mis tres habilidades con una proporción alumno / maestro del 50/1, lo que es común en los sistemas escolares sobrecargados de todo el mundo. Pero la importancia de estas habilidades para la salud de la democracia es desproporcionada frente a estos costos.
Además, tanto los alumnos como los profesores vienen a la escuela ansiosos por pasar el día en una interacción animada, en lugar de aprender de memoria: así, la educación socrática ofrece la esperanza de detener la ola de absentismo de profesores y alumnos, un problema crónico en los países en desarrollo, y de combatir también la indiferencia de los alumnos, que es un problema crónico en todas las naciones.
No creo que la educación socrática funcione solo en presencia de un líder carismático como Tagore. La imaginación es una planta resistente. Cuando no se aniquila, puede prosperar en muchos lugares, tal como lo he visto en proyectos de desarrollo en todo el mundo. Si las ONG que no cuentan con equipos ni dinero – solo corazones y mentes y unas pocas pizarras – pueden lograr tanto, no hay excusa para que las escuelas públicas de todo el mundo se rezaguen. Puedo resumir más adecuadamente mi deseo para el futuro de la educación en el mundo de hoy con un poema de Tagore dirigido a su país:
Donde la mente vive sin miedo
con la cabeza en alto,
Donde el conocimiento es libre;
Donde el mundo no ha sido fragmentado
por estrechos muros domésticos;
Donde las palabras brotan
de la profundidad de la verdad;
Donde el esfuerzo incansable
Extiende sus brazos hacia la perfección;
Donde la clara corriente de la razón
no se ha extraviado en la lúgubre arena
del desierto de los hábitos muertos;
Donde la mente es guiada por ti
hacia pensamientos y acciones expansivos,
en ese refugio celestial de libertad,
Padre mío,
permítele despertar a mi país.
(de Gitanjali, traducción del autor)