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Publicado 4 de agosto de 2022

El camino para un empleo productivo en Colombia

La productividad, la formalidad y la formación pertinente para el trabajo son factores

fundamentales para disminuir la tasa de desempleo en el país

El bolsillo es la principal preocupación de los hogares colombianos. El país ha demostrado ser resiliente y tener la capacidad de reactivar económicamente a los diferentes sectores productivos. Una tarea loable si se tiene en cuenta el retroceso que ocasionó el Covid-19, el cual frenó el crecimiento en las cifras de empleo y destruyó millones de plazas laborales.

A pesar de que se perdió terreno ganado contra la informalidad, porque quienes perdieron su trabajo buscaron nuevas formas y caminos para subsistir, varios actores tomaron la batuta para buscar prontas soluciones. El principal objetivo, como mínimo, era la protección social de quienes quedaron cesantes. Ahí las Cajas de Compensación Familiar jugaron un rol determinante, al crear un subsidio que suma alrededor de $400.000 millones para cerca de 295 mil trabajadores que perdieron sus empleos en 2021.

Según Fedesarrollo, en el mercado laboral en Colombia el porcentaje de trabajadores cuenta propia es casi el doble que el resto de países de América Latina. Una realidad que, según la decana de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, Marcela Eslava, se ve reflejada en el poco crecimiento de las microempresas en Colombia y la poca productividad laboral que existe por la baja innovación.

“La informalidad viene a tener una relación de doble dirección con la productividad, en donde por ejemplo, una microempresa no genera los suficientes ingresos para estar en la formalidad, la cual es muy costosa y le impide crecer y generar más empleos”, dijo Eslava en una junta de la Asociación de Cajas de Compensación Familiar (Asocajas) en la que se analizó esta problemática.

 

Esta es una constante que se ha reflejado en América Latina durante la última década. A pesar de los avances económicos y sociales, los empleos siguen siendo de mala calidad como consecuencia de la alta informalidad, la alta rotación y la escasa inversión en formación. De acuerdo con un análisis realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región está en un círculo vicioso.

 

Lo anterior, es un factor fundamental en la generación de empleo. Una baja productividad del trabajo, en relación con los costos de la formalidad, incrementa la informalidad. Una mezcla fatal si se suma la alta rotación, pues los trabajadores no cuentan con la protección necesaria para poder permanecer en el desempleo mientras logran una reinserción laboral, con un trabajo que responda a sus capacidades y formación.

 

El reto es evitar que los trabajadores sigan ocupando plazas que no responden a sus perfiles laborales o para las cuales no han tenido una formación pertinente. Generar emparejamientos laborales incorrectos provocaría que la relación laboral se rompa antes de lo necesario.

 

Ante este panorama, es importante enfocar los esfuerzos en estrategias que incentiven la productividad, fomenten la formalidad y construyan programas educativos que permitan acabar con el círculo vicioso que impide la generación de mejores empleos.

 

Productividad laboral

El primero es la productividad laboral, entendida como la relación entre la producción de un bien o servicio y las horas de trabajo dedicadas a su producción, un importante indicador que está estrechamente ligado al crecimiento económico, a la competitividad y al nivel de vida. En América Latina, la baja productividad es una de las barreras del avance y del desarrollo. Colombia ocupó el puesto 6 de 13 en la región, al registrar un 26% de productividad laboral, según cifras de The Conference Board. De acuerdo a estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Colombia es uno de los países en donde más horas se trabaja en el mundo, pero es uno de los que menos produce por trabajador.

 

La académica Marcela Eslava también explicó que la productividad debe estar hoy ligada al bienestar general y no simplemente a la dualidad del costo-beneficio, pues muchas veces la idea de ser más productivos es despedir personas por formas más baratas de producción.

 

“Para que un negocio sea más productivo es necesario innovar. Es la capacidad que está poniendo la economía para generar más valor. Si bien es cierto que el costo-eficiencia es importante, el verdadero diferenciador es la capacidad de generar valor añadido”,

precisó Eslava.

 

A su vez, Camilo Rivera, director de Innovación y Desarrollo Empresarial del Departamento Nacional de Planeación, explicó en un reciente conversatorio que “a la gente le dicen que podría ganar más dinero si trabaja más horas, pero eso no significa que sea más productivo. En realidad, uno debería pensar en cómo producir más trabajando menos o trabajando lo mismo. A eso le llamamos los economistas, productividad a largo plazo”.

 

Para lograr una productividad a largo plazo se debe abordar el problema de forma integral, atendiendo diversos elementos que la impulsan o afectan, tales como la infraestructura, educación, costos de energía, costos de transporte, acceso a la tecnología, eficiencia del Estado, entre otros.

 

“Volverse productivo es de alto costo en un mundo donde la gran mayoría tienen unos ingresos que no logran justificarlo. A diferencia de los otros países que toman como referente a un salario por horas o por días, en Colombia hay una gran barrera con el estándar del salario mínimo”, apunta Marcela Eslava.

Formalidad

El segundo elemento clave es el trabajo formal, el cual no solo representa un ingreso digno y protección  social para el trabajador y su familia, sino que aporta de manera significativa a la productividad empresarial y a la economía del país.

 

Para el primer trimestre del 2022, la proporción de ocupados informales en las 23 ciudades y áreas metropolitanas fue 44,7%, lo que representó una disminución del 3,3% respecto al mismo periodo de 2021, según cifras publicadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Es decir que, de 11,1 millones de trabajadores, hay 6,1 millones formales y 5 millones en la informalidad.

Formación para el trabajo

Para Fedesarrollo hay una gran informalidad de exclusión, es decir, gente que quisiera entrar en el mercado laboral pero no puede porque tiene que generar ingresos. La informalidad laboral es generada por factores como la poca capacitación o formación pertinente para el trabajo, la baja productividad, la alta rotación y los malos “emparejamientos” entre empresa y trabajador. Por eso es un factor que debe ser abordado de manera integral, empezando por transformar los modelos de educación para innovar y generar valor agregado, pasando por la apropiación de nuevas tecnologías y la reducción de cargas para los empleadores.

La incapacidad de satisfacer las necesidades de talento humano del sector productivo es una de las principales causas del bajo nivel de productividad y de la alta informalidad en el país. Los resultados de la Misión de Empleo del 2021 evidencian que existe una gran desconexión entre la formación para el trabajo y el mundo laboral. Para el 2019, sólo el 26% de los egresados del SENA se encontraban ocupados en las áreas que estudiaron y en el caso de las instituciones privadas este porcentaje llega al 37%.

 

A esto se suma, como lo señaló hace un año la directora del Proyecto Educación Técnica y Tecnológica de la Universidad de los Andes, Natalia Ariza, que en Colombia la legislación poco ha avanzado en adecuar los sistemas de formación educativa a las necesidades del mercado. “En Colombia, aún estamos rezagados frente a otros países en la implementación de metodologías que combinen la virtualidad con la presencialidad. En el país el 91% de los programas son tradicionales, es decir, no han involucrado totalmente elementos de tecnología. En el SENA la oferta virtual no representa el 5%”, dice Ariza.

 

Un paso fundamental ha sido la aprobación del nuevo Sistema Nacional de Cualificaciones. Es un deber compartido entre las instituciones educativas privadas y el SENA crear programas técnicos y tecnológicos, que respondan a las necesidades del mercado laboral y estén al mismo nivel de la formación universitaria. Para esto, también es prioritario un enfoque regional, en el que se tengan en cuenta las dinámicas productivas y empresariales de cada departamento.

 

La educación técnica de alta calidad cada vez es más necesaria y urgente. El Sistema Educativo debe evolucionar para responder a estos nuevos retos y las empresas deben invertir en la formación continua de sus empleados –como actualmente lo hacen las Cajas de Compensación Familiar– para evitar un círculo vicioso de empleos de mala calidad y lograr emparejamientos que incrementen la productividad laboral.

 

Para que este modelo laboral funcione, es esencial que el Estado involucre a las empresas y representantes de los trabajadores en el diseño, la discusión y la ejecución de las políticas laborales. De esta forma, se lograrán atender las necesidades de los trabajadores y las empresas, pues a través del diálogo social es que aparecerán las soluciones que marcarán el camino que permitirá generar empleos de calidad en Colombia.

 

Las cifras de la recuperación

Los programas que se gestaron desde las Cajas de Compensación Familiar a través del Fondo de Solidaridad de Fomento al Empleo y Protección al Cesante (Fosfec) fueron claves para garantizar la protección de 295 mil personas que perdieron sus empleos. Acompañamiento para reubicación laboral, la capacitación pertinente, el pago de seguridad social y un subsidio de dos salarios mínimos fueron procesos determinantes para la recuperación en 2021.

 

Ese año la tasa de desempleo cayó 2,2 puntos y se ubicó en un 13,7 %, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), lo que significó que las personas ocupadas aumentarán 1.2 millones. La meta en 2022 es disminuir la tasa de desempleo, que durante el primer trimestre de este año continúo en doble dígito (12%). También es urgente atender la informalidad, que sigue siendo del 43,4%, dejando en evidencia los grandes retos que tiene el país para la generación ofertas laborales de calidad.

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