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Publicado 27 de marzo de 2021

Don José María Acevedo, Sinónimo de visión e ingenio

Los recuerdos siguen intactos en la memoria de don José María Acevedo, afirma que eran obreros y pobres, su padre se dedicaba a la carpintería fabricando puertas y ventanas, trabajando fuerte para pagar el diario y mantener a seis personas en una misma casa. Por su parte, él comenzó a trabajar desde los 10 años recogiendo naranjas para venderlas a los albañiles en los lugares donde su padre instalaba lo que construía; después se empleó como mensajero en un taller de reparaciones eléctricas y observaba con atención cómo hacían las reparaciones los ingenieros.

Hacia 1940, a los 21 años, luego de pasar por muchas necesidades, don José María, con lo que aprendió en el taller decidió abrir su propio negocio de reparaciones eléctricas en el centro de Medellín, se llamaba “Taller Eléctrico Medellín” y fue ahí, en medio de una crisis generada por la segunda guerra mundial y ante la escasez de parrillas eléctricas importadas de buena calidad, cuando decidió fabricar las suyas.

La genialidad de José María estuvo en diseñar sus propios productos, reparar otros y brindar un buen servicio. Inició con las parrillas eléctricas y bautizó su compañía con el nombre de Haceb. Siguió con lámparas fluorescentes, calentadores de agua, estufas, neveras, hornos, lavadoras y hasta aires acondicionados.

Don José, hoy con 101 años de edad, continúa activo en la empresa que fundó hace más de 8 décadas y recuerda un consejo de su papá que, para él, lo dice todo: “Si tú quieres ganar dinero, dejas ganar a los demás y el resultado es el crecimiento tuyo y de la empresa.” Gracias a esto, su compañía es una de las líderes en fabricación de electrodomésticos en América Latina.

Conversamos con Santiago Londoño, gerente General de Haceb. Para conocer cómo han reaccionado desde la empresa a la pandemia, qué ha sido lo más difícil de esta situación, qué aspectos se han replanteado y para dónde van.

“Esto ha sido un aprendizaje enorme, han sido momentos de angustia pero también de satisfacción, momentos inclusive de negación de lo que está pasando pero luego de aceptación, de ver esta realidad y decir ‘esto es lo que nos toca manejar’ y hay que aceptarlo y pasar a una acción, porque no nos podemos quedar simplemente aceptando la realidad y quietos”, asegura Londoño, quien además relata que este proceso de aprendizaje lo ha catalogado con su equipo como el mejor MBA en tiempo real por su capacidad de adaptación, resiliencia, innovación y de convertirse en una empresa más consciente.

En el espacio promovido por Asocajas, Londoño se refiere al cambio indiscutible en la forma de hacer una estrategia empresarial, porque estábamos acostumbrados a planeaciones de largo plazo y hoy, como consecuencia de la pandemia, vivimos en un ambiente volátil y hasta de incertidumbre, lo que hace complejo el ejercicio de planificación.

“¿Qué ha pasado con la estrategia? Nosotros tenemos un propósito superior, una filosofía organizacional, es decir, un para qué hacemos las cosas, un qué ofrecemos, una propuesta de valor y una estrategia que son los cómo. Cuando llega esta coyuntura tenemos que hacer unos cambios importantes en los tácticos sin perder nuestro propósito superior y esa visión que tenemos, haciendo unos movimientos rápidos que nos permitan estar alineados con el entorno, con las nuevas necesidades del consumidor, administrando riesgos, tendencias, sacándole provecho a una muy buena cultura organizacional y trabajando más cerquita con la gente. Entonces digamos que la estrategia en su propósito, en su filosofía, posiblemente no ha cambiado, pero esos cómo, si han tenido unos ajustes importantes para bien, porque nos ha hecho una organización más flexible y ágil. Hoy estamos haciendo cosas de manera rápida, eficiente y estamos obteniendo unos resultados mucho mejores.” Afirma Santiago.

Don José es partidario de que “uno con hambre se vuelve creativo”, porque él vivió eso, viene de una familia muy humilde y aguantó física hambre. Hoy el hambre que tienen las organizaciones es de generar empleo, de crear ingresos, de crecer y mantenerse vigentes en un ambiente complejo.

Eso llevó a Haceb a acelerar muchos procesos a raíz de la crisis sanitaria y económica, desde la transformación digital, de tener canales no presenciales a vender una nevera a través de una página web, después a través de WhatsApp corporativo o un contact center. Son cosas que antes no imaginaban, pero han cambiado su forma de interactuar con el consumidor, de definir nuevos canales, de conectarse más no solo con sus clientes sino con sus propios colaboradores e incluso sus familiares.

De hecho, Haceb es una compañía abanderada del capitalismo consciente, una empresa que pone a las personas en el centro, genera confianza entre sus colaboradores y clientes, pero al mismo tiempo se preocupa por generar rentabilidad y esto hace parte de su ADN desde la creación de la empresa hace más de 80 años. En la organización tienen una filosofía con 3 “no negociables”: trato, valores y desempeño. Al respecto, Santiago Londoño afirma que esta filosofía ha perdurado en el tiempo a través del ejemplo que dan los líderes, la forma como se relacionan al interior de la compañía, la cercanía y la confianza que depositan en sus equipos: “Cuando uno confía en los colaboradores también genera confianza a ese colaborador en sus capacidades y con seguridad van a lograr cosas extraordinarias. Además, si al mismo tiempo se sienten valoradas, sienten que están trabajando por un propósito, hacen las cosas porque quieren y no porque tienen y por esto se logran grandes cosas en equipo. Cuando hablas de tener a las personas en el centro y hablas de la rentabilidad esto no pude ser incompatible, antes se complementan, y generan resultados exponenciales”.

Además, agrega que esta coyuntura nos mostró una cosa muy bonita: “Posiblemente las compañías cuidábamos a las personas de puertas hacia adentro, pero esas fronteras se eliminaron con la coyuntura, porque muchos nos fuimos a trabajar desde nuestras casas y eso nos invitó a que nos preocupáramos por la salud física, emocional y financiera de nuestros colaboradores y de sus familias, porque al final es su entorno. Nos llevó también grandes retos: a tener un balance entre la vida y el trabajo, porque el trabajar desde la casa generaba unos riesgos enormes. Mostró que cuidar a las personas desde todas sus dimensiones, conectarnos como personas, como seres humanos desde la vulnerabilidad, desde los sueños, desde los miedos, desde la transparencia, nos lleva a que realmente las compañías interioricen sus valores y la gente diga: ¡Vale la pena lo que hago! Porque insisto, las personas son quienes realmente hacen que las cosas pasen”.

Atravesamos por una realidad compleja, hay personas que están perdiendo la esperanza y el optimismo, hay situaciones muy dolorosas, familias que están viviendo momentos difíciles y compañías que han tenido que cerrar. Es difícil generar confianza en un entorno tan complejo, pero al final, para el gerente General de Haceb, hay que confiar en lo que uno está haciendo y darse cuenta de que la solución no está en el otro, sino en cada uno de nosotros.

El futuro es muy incierto y en Haceb también tienen dentro de sus premisas, no renunciar a los sueños, pero vivir el presente, con toda la pasión, porque tienen claro que las acciones que hagan en el presente van a definir el futuro.

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