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Publicado 2 de julio de 2020

Arte antídoto para sobrevivir a la peste

Por: Diego León Giraldo | EDICIÓN 34

El arte, esa forma de elevación del espíritu que distingue a los humanos de las demás especies, está amenazado en tiempos de COVID-19. En confinamiento, el acompañamiento, la quietud y la reflexión son solo algunos de los aportes de los contenidos culturales y sus creadores. ¿Cuál es el papel del arte y cómo se reinventará cuando las calles vuelvan a habitarse?

El año de la peste, así se llama la película de 1979 que con guión de Gabriel García Márquez retrata la pandemia que azotó a una ciudad mexicana de 15 millones de habitantes y que bien podría ser una radiografía de la situación actual. Suena a clarividencia y pruebas hay para plantarnos ante ese oráculo que a través de los tiempos ha sido regentado por artistas variopintos que parecen adelantarse a los acontecimientos.

La cinta se basó en Diario del año de la peste (1772), de Daniel Defoe (Robinson Crusoe), texto que en estos tiempos de confinamiento a causa del COVID-19 llega al listado de los más buscados por los lectores.

A lo largo de la historia son muchos los momentos en que aterrados habitantes ven por las hendijas de sus puertas cómo se acumulan los cadáveres. Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, y El amor en los tiempos del cólera, del mismo Gabo, son parte de ese abanico de libros que vuelven a estar entre los más vendidos.

“El único medio para hacer que las gentes estén unas con otras es mandarles la peste”, escribió el Nobel y padre del absurdismo, Albert Camus, en una de sus fundamentales que amerita lectura: La peste (1947).

La quietud, ese instante en el tiempo que parece inoficioso y al que los artistas están acostumbrados durante sus aparentes ayunos creativos, con ritmos y dinámicas pausadas -bien distintas a las horas cotidianas del resto de los mortales-, ha servido para sacar algunas piezas fundamentales.

Álvaro Restrepo, bailarín y coreógrafo que dirige el Colegio del Cuerpo en Cartagena, en una nota publicada en el diario El Tiempo, habló de un concepto japonés: “La danza, como forma de comunicación corporal en la era del COVID-19, tendrá que encontrar poesía en el distanciamiento: los espacios y tiempos de un MA obligado, donde tendremos que crear a partir de la ausencia, la soledad y el presentimiento”.

Y cuando habla de MA se refiere al aparente estatismo practicado por la tradición oriental, a la pausa o el vacío; eso mismo que estamos experimentando. Pero es “una nada preñada de sentido y contenido –añadió-. En música es el silencio entre las notas y los sonidos; en arquitectura, el espacio entre las columnas; en pintura, el vacío alrededor de la figura; en poesía, lo que no se dice o se dice entrelíneas, lo tácito; en la conversación es el intervalo entre las ideas y las palabras; en teatro, las pausas dramáticas, en danza es la preparación antes del movimiento, la quietud”.

A mediados del siglo XIV, cuando la peste negra causó terror en Europa, Boccacio escribió en Florencia El Decamerón. Shakespeare, que en su vida atravesó varias pandemias, creó Venus y AdonisLa violación de Lucrecia y algunos sonetos. Todo en un lustro desde 1592, cuando el primer brote se instaló. Luego, a comienzos de la centuria 1600, mientras los teatros londinenses cerraban durante 78 meses de los 120 (entre 1603 a 1613) que duró la peste bubónica, el dramaturgo produjo algunas emblemáticas: Antonio y Cleopatra, Rey Lear y Macbeth.

Exactamente hace un siglo, al finalizar la Primera Guerra Mundial, la gripe española pondría algodones en las narices de más de 80 millones de víctimas. El austriaco Egon Schiele pintó a Gustav Klimt (muerto por el virus en 1918) antes de enfrentarse al drama propio por la pérdida de su esposa embarazada. La familia es la obra inconclusa que testimonia el sufrimiento de lo que no fue, pues Schiele, pocos días después, siguió a su mujer hacia el reino de Hades, teniendo solo 28.

Edvard Munch, conocido principalmente por El grito, se contagió en 1919 –pero sobrevivió- y de allí salió ese angustiante Autorretrato con gripe española, donde se le ve íngrimo y cadavérico junto a la cama.

La amenaza del siglo XXI

Así como el británico Bansky ha tenido que reemplazar los murales callejeros por una especie de decoración de interiores en su propia casa, al llenar el baño con esas ratas pintadas con las que critica el capitalismo salvaje y las desigualdades, en todo el globo los creadores de las distintas disciplinas están generando contenidos que difunden en redes sociales; principales aliadas para seguirnos sintiendo parte de un mundo que esperamos rehabitar.

El arte, sin destinatarios, no tiene sentido. Por eso, no solo para entretener, la cofradía de iluminados está divulgando, creando, generando. La pandemia ha permitido cierta forma de democratización con la gratuidad en distintas plataformas. Una estrategia que cautiva, pero corre el riesgo de empujar al degollamiento por una espada de Damocles que en forma de harakiri puede acostumbrar a espectadores a no valorar las producciones artísticas ni a retribuir económicamente a sus creadores.

El Bolshoi puso sus más importantes ballets al alcance de todos. El MOMA habilitó cursos gratuitos de historia del arte, el Prado y el MET han diseñado recorridos virtuales para darles sentido a las horas detenidas. El National Theatre de Londres, la ópera del Lincoln Center de Nueva York, El canadiense Circo del Sol, varios teatros de Broadway, Timbre 4 de Argentina, el Julio Mario Santo Domingo, el Colón, el Teatro Libre y la Compañía L’Explose de Colombia crearon festivales donde colgaron sus montajes. La Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) se realizó virtualmente entre el 21 de abril y el 5 de mayo con más de 200 invitados en más de 133 charlas, conversatorios y conferencias.

Músicos como Rolling Stones, Lady Gaga, Madonna, Metallica y en Colombia Carlos Vives, Santiago Cruz, Andrés Cepeda, Juanes y Fonseca han realizado conciertos virtuales. El Hay Festival está programando citas con autores de todo el mundo cada lunes. Justo en una ponencia virtual, del encuentro literario, el filósofo español Fernando Savater daba un jalón de orejas para invitar a reconocer la valía del arte en medio del pánico: “Los peligros naturales se combaten con ciencia, con conocimiento. La vida se hace humana cuando aplicamos el conocimiento. Y por ciencia no me refiero solo a la física o la tecnología sino a la ciencia como conocimiento, la literatura, el arte”.

En la misma dinámica, entre el 29 de mayo y 7 de junio se realizó We Are One: A Global Film Festival, una muestra de cine digital que permitió ver por YouTube películas, cortos, documentales, conciertos y charlas de los 20 festivales más importantes del mundo (Cannes, Sundance, Berlín, San Sebastián, Venecia, Tribeca…). Durante el evento se recaudaron dineros para ayudar a los realizadores y trabajadores de la cadena audiovisual.

Jane Rosenthal, cofundadora y directora ejecutiva de Tribeca, la muestra neoyorquina creada por Robert De Niro, resumió el sentido durante el lanzamiento: “A menudo hablamos del poder de las películas para inspirar y unir a las personas más allá de las fronteras y las diferencias para ayudar a sanar el mundo. Todo el mundo necesita sanarse en este momento”.

 ¿Cuál es el papel?

¡Acompañamiento!, esa es una de las primeras respuestas que se escuchan cuando se pregunta por el papel que el arte y los artistas están jugando en este momento. El escritor capitalino Julián Isaza, que debió conformarse con lanzar su libro de cuentos Cámara oscura en un conversatorio por redes, con la evidente afectación de las posibles ventas y atención mediática tradicional, cree que es momento de digestión: “Cuando hay un acento tan profundo en la historia, los artistas nos volcamos a entenderlo, además de guardar la memoria”.

Para el creador plástico bogotano Álvaro Diego Gómez, la función siempre ha sido -y especialmente en crisis- “dejar un registro de los acontecimientos, plasmar historias, de encierros, de referentes emocionales, de libertad, de naturaleza, pandemia y renacimiento, mostrando un sendero hacia la reflexión y contemplación del ser. El arte es la herramienta que hoy nos relaciona virtualmente, ya que no existe un acercamiento físico”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en tanto recibe opiniones a favor o capotea cuestionamientos por sus postulados y acciones frente a la pandemia, ha dado nuevas alas a esos valores intangibles que aporta el arte a la sociedad. No solo la OMS sino la ciencia en general, de la misma forma como otros apelan a la risa, los abrazos, la fe o la oración, han recalcado cómo “escuchar música ayuda a controlar el nivel de glucosa en la sangre, hacer música mejora el sistema inmunitario y la gestión del estrés.

Bailar proporciona beneficios en todo el cuerpo y la mente, y la pintura o la escultura ayudan en los estados depresivos. Los niños a los que sus padres les leen historias antes de dormir, tienen un tiempo de sueño más largo y mejor concentración en la escuela”. Además, se ha comprobado que “el arte ayuda a prevenir la aparición de enfermedades mentales, las no transmisibles y los trastornos neurológicos. Ayuda en la atención de enfermedades agudas y al final de la vida”.

Basta recordar aquella esperanzadora Patch Adams, la cinta sobre el doctor payaso (Robin Williams) que con sus ocurrencias ayudaba a sanar. Payasos sin Fronteras y Doctora Clown (estos en Colombia), tienen archivos de cómo sus intervenciones artísticas han servido para que los tratamientos médicos tengan mayor y más rápida efectividad. El arte es alimento para el alma y por consecuencia lleva la sanación al cuerpo.

Leandro Fernández, actor y director teatral que dirige Espacio T, un escenario cultural caleño para el microteatro (obras de pequeño formato y quince minutos de duración como máximo), apuntó que no solo se trata de acompañar y mucho menos solo de entretener sino de ser espacio abierto para la crítica y cuestionamiento social, con herramientas que permitan el debate.

Él, como todos desde que se decretó la emergencia, ha levantado más la voz para reiterar las protestas por la desatención a un sector que en este momento está ofreciendo primeros auxilios en el encierro. Mientras en Alemania, la Merkel ha declarado la cultura como bien de primera necesidad, en Colombia tuvieron que alborotar las redes, citar al Ministerio de Cultura al Congreso y en las regiones apelar a las Secretarías para reclamar trato digno.

“La cultura no es un lujo y ahora estamos comprobando cuánto nos hace falta si tenemos que prescindir de ella por un tiempo determinado”, dijo Monika Grütters, ministra de cultura germana mientras anunciaba los 120 millones de euros para sostenimiento del empleo y una línea de créditos, tanto para los grandes productores y teatros como para empresas más pequeñas de la cadena artística.

El paisa Juan Carlos Mazo, dramaturgo y director (Mujeres a la plancha y Aguanilé, en teatro, y Al son que me toquen bailo, en cine, entre otras), abanderó Festival desde el Sofá, que convocó a diversos creadores que presentaron desde el mueble de su casa puestas escénicas: “El arte independientemente de la situación actual tiene la responsabilidad de generar espacios que permitan a las personas soñar, apartarse de sus preocupaciones, denunciar, ilusionar, viajar…”.

Parar, pese a las condiciones que afrontan muchos de estos creadores, a las cuentas que no dan espera y la incertidumbre de ver las neveras vacías, no ha sido una opción; tal como lo expresó la bailarina clásica Alicia Cajiao, directora de la Compañía Colombiana de Danza: “Aunque no nos estemos viendo físicamente ni estemos en una sala de ensayo o en un escenario, tenemos que seguir. Hemos implementado un acondicionamiento físico, cuidando la parte emocional, la alimentación, seguimos haciendo clases virtualmente”.

¿Cómo hacer teatro ahora que estamos confinados?, le preguntaron recientemente al maestro Eugenio Barba, que con su Odin Teatret –de Dinamarca- representa la corriente del teatro antropológico (el teatro como una parte sustancial del entorno en el que se desarrolla, con intervención social e intelectual): “Trabajando, trabajando y trabajando. Pensemos en (Tadeusz) Kantor. Hizo teatro en Polonia cuando estaba ocupada por los alemanes, donde era prohibido incluso hablar polaco. Se hace teatro por necesidad, de la forma que se pueda: en casa, por la calle, en lugares convencionales y no convencionales. Si se tiene la necesidad, se puede hacer también teatro en el infierno”.

Una acción atada a la pasión, pues sin duda alguna hay ciertos productos artísticos que para sus ensayos, como el ballet, necesitan unas condiciones adecuadas que los alumnos no tienen en sus casas. Otras disciplinas, como el teatro, solo alcanzan su verdadero objetivo en la relación con el otro, en el convivio, como llaman los teatristas argentinos –apropiándose del título de la obra que Dante escribió durante su exilio, en los tempranos años del siglo XIV- a ese toque humano que hace que la obra viva al ser representada.

“En las crisis hay situaciones que invitan a leer el arte solo como entretenimiento –dijo Fernández-. Es cierto que los artistas somos entretenedores, también, pero pareciera que solo le servimos al sistema cuando somos entretenedores vacíos, no cuando tenemos cuestionamientos. Ahí nos estigmatizan. Otro error es mezclar el arte con la cultura; pues el arte es parte de la cultura pero no toda la cultura es arte. Meternos en la misma bolsa ha hecho que toda la poca política cultural pública y del arte que hay no sea precisa ni eficaz”.

Medidas en Colombia

Una propuesta para que el Gobierno Nacional diera un ingreso solidario durante por lo menos tres meses a los artistas, productores y gestores culturales -muchos de los cuales forman parte de ese gran porcentaje de colombianos agrupados entre los trabajadores independientes-, además de créditos y alivios realmente asequibles fue socializada en las últimas semanas. Pedido que se sumó a la campaña que invadió fachadas y monumentos públicos de todo el país con el hashtag #SinArteNo, que incluso tuvo repercusiones en otros países donde hay comunidades artísticas colombianas y que pretendía hacernos imaginar la aridez de un mundo sin arte, donde incluso las identidades se perderían y los sueños se esfumarían.

Sin embargo, y aunque el gremio artístico ha reconocido los esfuerzos de ciertas administraciones regionales, como las de Antioquia y Valle del Cauca, donde sus gobernaciones tienen mapeados a los afectados, las medidas son insuficientes.

Por su parte, Andrea Buenaventura, fundadora del cabaret de salsa Delirio y vocera de la Mesa del Arte, la Cultura y el Entretenimiento, afirma “en esta crisis mundial, los recursos deberían venir fundamentalmente del Gobierno Nacional. Ellos han emitido dos Decretos específicos para el sector, que son el 475, que tiene relación con los parafiscales, y el 561, que tiene que ver con el impuesto al consumo. Los dos Decretos, los sentimos mecánicos, no traen recursos nuevos, pero lo que más nos preocupa de ellos es que dispersan los colectivos culturales y se convierten en Decretos para aliviar las necesidades de primera mano de un grupo muy pequeño de artistas de la población. La petición al Gobierno es: siéntese en una mesa, investigue el momento, mapee el momento, conozca los sentimientos que tenemos. También es necesario conocimiento del ecosistema en el que nos desenvolvemos en el arte, la cultura y el entretenimiento, donde los colectivos son muy importantes. Sentimos que esos Decretos atomizan y dejan sin recursos a la cultura, porque validamos y celebramos que a los artistas les den bonos alimentarios y de protección, pero ese es un privilegio que deben tener todos los colombianos. El arte, la cultura y el entretenimiento hay que mirarlos desde lo sectorial y desde su esencia misma”.

La productora artística Ángela María Osorio ahonda, como lo mencionó Buenaventura, en que esos recursos, como los del 475, ya existían y en ese caso específico estaban destinados a mejorar y proteger la infraestructura; algo que quedaría en el aire al redireccionar los dineros: “Es una medida adecuada, desesperada, pero tapa un hueco y deja otro más grande a largo plazo pues hace entrar en crisis a esos creadores”.

De otro lado, en Cali se están dando unos bonos de las secretarías de Cultura Departamental y Municipal, de 75.000 y 80.000 pesos. “Luego –continúa Osorio- salió el Decreto 461, que coge los recursos departamentales por impuesto de consumo y los aprobó para unas asignaciones no condicionadas a los artistas y gestores. En ese caso, de acuerdo con características, estrato y vulnerabilidad, se les consignarán 160 mil pesos durante tres meses. Por ahora, algunos beneficios alivian la situación económica de los artistas independientes, pero los espacios escénicos están invisibilizados. Lo que se ha dicho es que hay que apoyar a las empresas que producen empleo, que producen mano de obra y nosotros no somos viables en ese sentido. La lucha es visibilizar los espacios escénicos que se están ahogando con los gastos que siguen corriendo. Salas como el Teatro Petra (de Fabio Rubiano) está a punto de cerrar, La Fábrica de los Sueños de Medellín o el Cine Tonalá”.

Lina Gaviria, secretaria de Cultura de Medellín (que además es bailarina), ve con beneplácito que gracias al Decreto 045, los recursos de la Ley del Espectáculo puedan ser usados en esta crisis en “cuatro líneas del fomento de las prácticas artísticas: creación, circulación virtual, formación virtual y producción.

Para eso Medellín ha logrado sacar una convocatoria de 2.500 millones, abierta para personas naturales, colectivos, SAS y para que todas las artes puedan beneficiarse. Sabemos también que el Estado se puede demorar en pagar, entonces trabajamos con la cooperativa Confiar, para que los ganadores puedan acceder –con la resolución de ganadores o el contrato- a un crédito que comenzarían a pagar en 90 días”.

El mundo no será igual y esto está claro. En el caso de la televisión abierta, mucha resistencia generó el anuncio hecho por el presidente Iván Duque acerca del tiempo de emisión en pantalla para productos nacionales, pues si bien el porcentaje exigido era de 70 por ciento para producciones nacionales, se autorizó rebajar a un 20 por ciento en estos tiempos de pandemia. En etapa de confinamiento –como dijo Julio Correal, presidente del Sindicato de Actores, ACA- es cuando deberían emitirse películas nacionales que tuvieron pocos días en cines o reprogramar telenovelas y series que fueron exitosas o por sus horarios de emisión no tuvieron la audiencia que se esperaba.

El analista económico Juan Pablo Fernández criticó también esta medida: “El libre comercio ha debilitado nuestra base económica, privilegiando la producción extranjera frente a la nacional, en momentos en los que el gasto, la demanda, está aumentando porque las familias están consumiendo más por Internet. Así, cuando se reactive el gasto que hacen los colombianos en el consumo de arte y cultura, una porción mayor de ese gasto se irá al consumo de lo extranjero. Con esta política pública está ganando la gran industria de los países desarrollados, en contra de los creadores colombianos”.

Por el momento, las grabaciones de nuevas producciones o las que estaban en curso están paradas. Se deben establecer nuevos protocolos con menos equipos de realización para evitar contagios. Se supo incluso que varios actores, llamados para retomar escenas, se negaron mientras no haya claridad sobre cómo será el trabajo en tiempos de COVID-19.

En medio de los reclamos, la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas (Acacc) dio una noticia que permite cierto respiro a los técnicos, maquilladores y demás personal de soporte al sector audiovisual y cinematográfico. Consuelo Luzardo, presidenta de la entidad, junto a la Federación Iberoamericana de Academias de Cine (Flacine), que reúne a 23 países de la región, logró que Colombia fuera incluida en el fondo de apoyo creado por Netflix y que en el mundo destinó 150 millones de dólares de auxilio: “Con el medio millón de dólares (casi 2000 millones de pesos) que adjudicaron a Colombia podremos beneficiar a más de 1500 trabajadores, de un total de cien puestos elegibles, que en este instante están parados y que generalmente laboran sin vinculaciones formales a largo plazo, pues trabajan por proyectos, durante el tiempo que duran las grabaciones y filmaciones”.

Reinvención

Los teatros, festivales y eventos culturales fueron los primeros en cerrar y serán los últimos en abrir; mientras tanto las empresas del ramo han tenido que reorganizarse, suprimir planta de colaboradores y ver cómo ajustar sus producciones a esa virtualidad para la que en general no había preparación. “Debemos buscar otras formas de mostrar nuestro trabajo –afirmó Alicia Cajiao-. Con el ballet es difícil por las condiciones que necesita, no sé cómo se puede hacer eso virtualmente, buscar coreografías de pocos desplazamientos y que se puedan desarrollar en pocos espacios”.

Cuando se decretó el encierro, Leandro Fernández estaba en pleno proceso de montaje de un trabajo de más largo aliento. “Es una obra con siete actores, música original y formato largo, de hora y media, para niños. Nos inventamos usar la aplicación zoom para continuar con el ensayo de mesa, para que los actores no perdieran la dinámica ni se les olvidara todo lo que se ha logrado. Además es una forma esperanzadora de seguir adelante, de tener planes futuros, porque en el gremio la gran sensación es de acabose, de muerte, de desidia. Al tener planes futuros, sabemos que la humanidad definitivamente va a cambiar y la dinámica del comportamiento de las ciudades cambiará. Tenemos la esperanza de seguir haciendo nuestro trabajo como sabemos y venimos haciendo.  Pero lo virtual no está en la cabeza de los que hacemos teatro; pues sin ese matrimonio pasional del público con el actor, es muy complicado hablar del desarrollo artístico”.

Juliana Reyes es la directora y dramaturga de la compañía de danza contemporánea L’Explose. El primer mes de cuarentena, a través de YouTube ofrecieron cada domingo algunos de los trabajos con los que han recorrido el mundo. “Es un futuro retador, porque esta coyuntura durará en el tiempo. Abrir la sala no se dará pronto y el oficio nos pone a pensar cuál será el trabajo del cuerpo; porque el cuerpo en este momento es la víctima y también el victimario. Estamos en un momento muy confrontador para una disciplina como la danza. Porque, por un lado nos pone en cuestión de qué estamos hablando cuando hablamos de cuerpo y cómo lo hablamos, porque si no podemos comunicarnos en el escenario, qué otras plataformas encontramos. Hemos vivido mucho de los proyectos pero también de la taquilla. Si la gente entra en recesión y no quiere o no puede gastar dinero, qué nos espera. Es tan brutal todo el cambio de este año, que la reacción debe venir con fluidez y partiendo del silencio, tal vez algo místico, de pensar e ir dando pasos lentos y ver qué funciona y qué no, pues no conocemos esta nueva realidad”.

Algunas empresas de proyección cinematográfica, que desde que se obligó la cuarentena cerraron sus salas en todo el país, ya han anunciado la resurrección del nostálgico autocine que tuvo sus años dorados en los 50 y 60. Varias empresas del sector dijeron que se abrirían espacios en Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Cúcuta. Además, Cine Colombia implementó la estrategia Cine en los Balcones, instalando pantallas gigantes en algunos sectores y que pueden ser disfrutadas por los habitantes desde sus casas.

En Aarhus, la segunda ciudad más grande de Dinamarca, para despedir abril, realizaron un concierto que los espectadores gozaron desde sus carros. Durante el día, para evitar montajes de luces y escenario que obligaran el uso de mucho personal, Mads Langer reunió 500 vehículos cuyos ocupantes vieron el show sintonizando sus radios. Son parte de las nuevas dinámicas.

En Holanda, abrieron algunos restaurantes donde las mesas, para dos personas, están cubiertas con una especie de cápsula que evita contacto con otros. Los menús no se imprimen sino que se explican en móviles o pantallas. En nuestro país, como una posible solución, los gestores y dueños de espacios culturales están pensando en funciones con menos público o recorridos individuales a través de los montajes para evitar la relación entre los asistentes.

Futuro próximo

El escritor español Juan Villoro, en un lúcido escrito publicado en el diario Reforma, de México, recordó: “La civilización comenzó en torno a una fogata. Los gobiernos del mundo deberían saber que eso sirvió para tres cosas imprescindibles: calentarse las manos, preparar la comida y contar historias”.

“Ahora viene un momento en el que vamos a ver la importancia del arte para reunirnos -anotó Juliana Reyes-, para encontrarnos. ¿Qué es la creación artística, solo para producir y presentarse? Hay preguntas profundas que vale la pena hacerse. Vendrán otras maneras, si las salas no se pueden abrir y si la gente debe buscar qué comer. Habrá algunos que dejen el arte o se dediquen a otras cosas o los que a partir del arte creen algo distinto. Estamos sobreviviendo a la crisis más grande que nos ha tocado en la vida”.

Viene entonces como anillo al dedo un aparte del discurso que pronunció Federico García Lorca durante la inauguración de la biblioteca pública de Fuente Vaqueros, su pueblo en Granada (septiembre de 1931): “No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco aquí violentamente a los que solo hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos claman a gritos”.

Justo en medio del aparentemente desolador panorama, para Leandro Fernández “se ha evidenciado la necesidad, el porqué el arte es importante para la sociedad. El estar encerrados ha hecho que pensemos que muchas cosas que hemos tenido siempre ahí, se vuelvan importantes; y entre esas, los eventos artísticos. Al ser prohibidos y al no estar durante algún tiempo, adquieren un valor y un foco importante en la sociedad. También se han revalorizado porque de alguna manera esta crisis demuestra el abandono en que la sociedad y los gobiernos tienen al arte y a los artistas. Esa es la gran ganancia, pues los artistas seguimos viviendo una vida muy sola, muy de corazón, de pasión”.

El mamo Busingamá, de la Sierra Nevada de Santa Marta, en una entrevista concedida a la revista Semana, apeló a la conexión espiritual con nuestro planeta: “La madre está pariendo. Pronto llegará una nueva energía y otra forma de pensar a la Tierra. Como cualquier mujer cuando pare un hijo, siente mucho sufrimiento. La enfermedad que ha tocado a los humanos es ese sufrimiento. Hay mucho dolor y quizá todavía aumente. Pero al final, cuando pase, porque todo pasa, habrá una nueva vida”.

En su texto, Villoro recordó a Churchill, cuando dijo que la política carecía de sentido al margen del arte, y que Gran Bretaña, sin duda alguna, había ganado la Segunda Guerra Mundial por no haber cerrado sus teatros, pues “un pueblo que representa Hamlet durante los bombardeos no puede ser vencido”.

Aunque puede parecer ingenuo, sería momento de apelar a ese sencillo mensaje que una vieja Maud, una sobreviviente del Holocausto, le lanza a un muy joven Harold (película Enséñame a vivir, 1971): “Esto también pasará”. El anhelo, el mismo que expresó Savater recientemente, es generalizado: “Que dentro de poco nos veamos al aire libre, a campo abierto, delante del mar y que podamos disfrutar de nuevo la vida completa y no mutilada por culpa de los virus”… habría que añadirle… Disfrutando del arte, de ese que nos hace humanos y nos permite evolucionar.

Algunos contenidos gratuitos

En Internet ya se puede visitar virtualmente varios museos como: Museo del Prado, Thyssen Bornemisza y Reina Sofía (Madrid). La Galería Nacional de Berlín, el Museo Británico de Londres, Dalí de Figueres, de Arte Moderno de San Francisco, de Historia de Canadá, de la Ciencia de Oxford, del Holocausto Negro, el Louvre y De Orsay en París, Egipcio de El Cairo, de El Greco de Toledo, del Holocausto y la National Gallery of Art en Washington, Frida Kahlo en México, el Picasso de Málaga, la Tate Modern de Inglaterra, entre otros.

En Colombia, las bibliotecas Nacional, del Banco de la República y la Red Distrital de Bibliotecas ofrecen obras con descarga gratuita para pasar la cuarentena. La Unesco también liberó el contenido de sus bibliotecas, que incluye 20 mil libros, fotos, películas, mapas, grabaciones de audio y artículos.

We Are One: A Global Film Festival

Disfruta por YouTube las cintas de los veinte festivales más importantes del mundo

Bolshoi gratis

Podrás disfrutar en YouTube de los más importantes montaje de ballet como La bella durmiente, Don Quijote y Boris Godounov, entre otros.

Hay Festival

Disfruta de charlas virtuales del Hay Festival. Escritores, científicos, filósofos y otros pensadores y artistas podrán escucharse los lunes, a las 10 am en la página del evento,

en el segmento ‘Imagina el mundo’.

Ópera Metropolitana de Nueva York

Ofrece diariamente un título disponible durante 24 horas, de las producciones realizadas durante los últimos 14 años.

Circo del Sol

Los más espectaculares montajes en repertorio y estreno están siendo presentados en línea.

El Teatro Colón de Buenos Aires

Pone a disposición sus producciones en su web

Teatro Plaza de Argentina

Proyecta montajes realizados durante los últimos 15 años.

Ópera de París

Disfruta de los contenidos de la Ópera de París desde casa.

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